COMPARTIENDO LAS LABORES DE LA CASA

El trabajo doméstico debe ser una responsabilidad compartida de las familias y dejar de verse como un deber propio de las mujeres. Todos y cada uno de los integrantes de un hogar son corresponsables de su buen funcionamiento. La mecanicidad del trabajo del hogar afecta a las mujeres psicológicamente causándoles depresiones, pues no es reconocido ni apreciado por nadie, a menos que no se haga. 

Si continuamos con la vieja creencia que el trabajo de la casa es para mujeres, veremos como el tiempo de ocio y recreación para éstas no existe o va disminuyendo progresivamente. Por ello, aquella imagen del hombre proveedor de la familia, que cuando llegaba a su hogar se colocaba las pantuflas y se tiraba sobre un sillón, mientras la mujer lo recibía con la comida calentita, la casa limpia y los niños arreglados, es algo del pasado.

Los nuevos tiempos han traído innumerables cambios en la sociedad y las mujeres están a la vanguardia, porque prácticamente la mayoría coincide que ahora todo hay que compartirlo, incluido los pesados quehaceres domésticos.

La contemporaneidad ante la cual estamos expuestos, nos llevan a darnos cuenta que los hombres también están en capacidad de entrar a la cocina, además, deben participar en la crianza y educación de los hijos, esto lejos de quitarles masculinidad los involucra y les hace apreciar el desarrollo y  la personalidad de los hijos.

Por otra parte, y siendo más específicos, tenemos el  caso de los hijos, para quienes las tareas del hogar inculcan la disciplina. A menudo, los niños aprenden a ser disciplinados mediante los deportes u otras actividades extraacadémicas, pero esto no debe separarlos de las tareas en casa. El trabajo en casa les enseña que, a veces es necesario hacer cosas que a uno no le gusta para lograr algo que se desea. 

Las tareas hogareñas enseñan a compartir responsabilidades. Aquellos hijos que aprenden esto tienden a llevarse bien con sus compañeros. Los que no aprenden estas lecciones suelen experimentar con frecuencia dificultades a la hora de ajustarse a vivir fuera de casa durante su juventud o adultez. 

Las labores hogareñas también enseñan administración del tiempo, el establecimiento de prioridades y las destrezas de organización. Con frecuencia los adultos tienen que repartir su tiempo entre varias responsabilidades. Esta capacidad de realizar diferentes tareas se inculca a muy temprana edad. 

Las tareas en casa también les enseñan a los hijos el valor de la comunidad. Si un hijo desempeña un papel notable en cualquier comunidad (como dentro de su propia familia) será más propenso a tomarse en serio esa labor. Además, se dará cuenta de la importancia de que cada miembro de la comunidad haga su trabajo. 

Las labores en casa enseñan que el esfuerzo tiene su recompensa. Por lo tanto, será tarea de los padres, saber enseñar y premiar adecuadamente este comportamiento, en caso contrario tendrán que comprender las consecuencias frente a las cuales vivirán.-

Lic. Miriam A. Padrón Q. 

Psicóloga UCV

 

COMPARTIENDO LAS LABORES DE LA CASA

Acerca del autor
- Licenciada en Psicología Clinica de la Universidad Central de Venezuela

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